I
Mantengo todo preparado.
El anclaje queda lejos,
tengo los brazos abiertos
y pienso caer de trompa,
ya veremos finalmente quien me ataja.
II
Toda caída es una forma
de sublimación ante lo desconocido.
III
Al caer llevo los brazos abiertos
y siento que abrazo todo lo
que me atraviesa, sin embargo
me cuesta horrores sostenerme
agarrado, aferrado
del extremo saliente
del aire.
IV
Voy bajando y bajando.
Tanto tiempo cayendo
que tengo los labios
agrietados y creo que
es posible, que antes de
terminar de caer
pueda morir de inanición.
V
El hambre es el opio…de los que caen.
VI
Comienzo a creer que soy dios.
Quien podría negármelo si
no hay nadie alrededor,
solo el aire y yo,
Cayendo. Cayendo. Cayendo.
VII
Estoy convirtiendo esta nada que muta
constantemente (a medida que avanza
la caída) en mi reino.
He decidido crear nuevas leyes
a mi antojo o gusto personal
de ser omnipresente
y vivir mi reinado tranquilo,
en este mundo tan sencillo,
tan afable, competente…