jueves, 27 de marzo de 2008

Un poco de Sci - Fi al asunto



Akutagawa (Homenaje a Ryunosuke Akutagawa)


Ryunosuke Akutagawa se encontraba descansando tranquilo en su habitación dentro de la “Facultad Nacional de Letras” de Japón. Había estado toda la mañana internado en esas mismas cuatro paredes, releyendo en silencio los cuentos selectos de Edgar Allan Poe. La prosa delicada pero punzante de Poe le recordaba el paso de los colores otoñales hacia el gris terciopelo invernal.

El prof. Akutagawa acostumbraba descansar en su cama con el cuerpo boca arriba y los brazos tranquilamente acomodados a los costados del cuerpo, debajo de su cadera.

Ese día había estado forzando su cabeza nuevamente; su médico, el Dr. Saito, le tenía prohibido exigirse de esa forma ya que su vida podía correr peligro. Por eso había decidido tomar cinco minutos de descanso por cada veinte de trabajo, pero no lo lograba. Aunque su cuerpo permanecía neutro su cabeza no paraba, segundo alguno, de trabajar.

Esta tensión le hacia sentir su cabeza caliente, como a punto de explotar y, a la vez mantenía su cuerpo empapado bajo un sudor frío. A medida que subía la presión, los ojos de Ryunosuke se iban volviendo rojas esferas, circunvaladas por unas negras ojeras que se le iban formando en sus parpados y caían casi hasta los pómulos. En el sumum de la tensión mental, en su ojo derecho comenzaron a aparecer una serie de engranajes transparentes que se desplegaron a lo largo y ancho de la habitación girando rítmicamente, uno impulsado por el movimiento del otro. Muy nervioso, se tapó el ojo derecho y observó el cuarto con el otro; si bien ahora no los veía girar en torno a la habitación, estaban dentro de su ojo, girando constantemente metálicos y fríos.

En la oscuridad de su mente esos engranajes transparentes crecían a velocidad y se multiplicaban por cientos. Nuevamente decidió abrir el ojo derecho. Los engranajes continuaban su marcha. Akutagawa comenzó entonces a moverse nerviosa y epilépticamente. Sentía que algo punzaba desde adentro suyo hacia fuera; algo pugnaba por salir. El ojo que veía los engranajes comenzó a latirle fuertemente, la velocidad y la fuerza que ejercía esa presión iba en aumento. Le dolía horrores. De pronto, su cornea se rompió, y por ese agujero apareció un dedo tanteando la herida recién abierta. Luego, el dedo tomo fuertemente un costado del ojo y ejerció una presión tal que logro romperlo por completo, volaron pedazos de ceja, lóbulo y pestañas. Todo seco, sin sangre.

Ya no se veía por el agujero solamente un dedo, sino que, toda una mano se mostraba saliendo por el ojo mientras el cuerpo temblaba. Esa mano fue haciendo espacio a otra que salía por el mismo sitio y juntas terminaron de presionar sobre la cara del profesor hasta abrirla por completo. Y bajando el cuerpo vacío por su cintura como si fuese un cascaron vacío, un nuevo Akutagawa, similar al anterior, fue expulsado hacia los engranajes.

Asustado, éste Akutagawa trato de caminar pero se cayó al instante; no lograba mover las piernas. No podía gritar y le dolía mucho la nuca. Llevo su mano izquierda hacia el lugar de dolor, ésta le retornó bañada en sudor. La transpiración mojaba su cara.

Sintió entonces un leve dolor encima de su cabeza, en la tapa superior de su cráneo, que se volvía cada vez mas intenso. Tocó algo puntiagudo que provenía de adentro de ésta y formaba una protuberancia. Ésto era lo que hacia presión en la copa de su cráneo. El dolor se fue haciendo mayor, hasta que la copa del cráneo se resquebrajó. Por ese agujero apareció una pierna, constituida por un pedazo de pantalón verde y un zapato negro.

El cráneo del nuevo Ryunosuke, ahora quebrado en varias partes, se movía agitado de derecha a izquierda, sacudido por la pierna que intentaba salir. Finalmente, la cabeza terminó por romperse y desde adentro apareció otro Akutagawa, pero esta vez más pequeño. Éste Akutagawa, salió disparado de su mollera y comenzó a correr desesperado y en círculos por encima de los engranajes, mientras los dos cuerpos-cascarones de sus “antecesores” se mantenían tirados en el suelo.

Al llegar al engranaje más alto, el pequeño Akutagawa se lanzó al vacío; pero a mitad del salto, su pantalón verde quedó trabado bajo la cuña de uno de los engranajes y su cuerpo se mantuvo en el aire, moviéndose como un péndulo cabeza abajo.

Su boca ardía más que nunca, intensas arcadas lo sacudían como si su campanilla estuviese inflamada o a punto de explotar y una presión nacía en su estomago llegando en forma de asfixia a su boca. La fuerza que se ejercía dentro de él llevó a romper su mandíbula y sus cachetes en forma de miles de astillas puntiagudas que cayeron al suelo. Y ésta vez de adentro suyo apreció un pico amarillo que chillando se abrió paso por el cuerpo- cascaron de este nuevo Akutagawa y agitando sus alas terminó por salir, escapando con vuelo agitado por la ventana abierta colocada al costado de la habitación.

Al día siguiente, al ver que el Prof. Ryunosuke Akutagawa no se presentaba a sus cursos diarios, la comisión directiva del establecimiento universitario, mandó a buscarlo.

A los pies de su cama vacía encontraron un destornillador cubierto de sangre y un reloj de bolsillo abierto, aún funcionando.