Comenzó por algo sencillo, cortarse las venas. Así lo hizo, agarro por el mango un cuchillo shinzu y corto dos tajos perpendiculares a sus muñecas. Con la herida abierta, se lavo las manos, para luego introducir su dedo índice izquierdo en el tajo. Primero fue explorar la sensación de ingresar en su propio cuerpo, la sensación de tocar los huesos de sus muñecas, palpar las venas, para luego bajar hasta donde el tajo finalizaba y con su dedo índice ir rompiendo la piel hasta llegar a la mitad del brazo. Eso le permitió meter su mano izquierda entera dentro de su brazo derecho, decidida, agarró el hueso del brazo y movió la mano como masturbándolo. Algo faltaba, decidió entonces intervenir mas directamente, tajeó desde el hombro hasta el pecho y con sus uñas largas, logro arrancar la piel que cubría su pecho, hasta sentir el contacto con sus costillas y la sangre cayendo al suelo como un mar embravecido. Se agarro por el hueco entre uno de los huesos de la costilla y otro, y comenzó a tironear, buscando abrir su caja toráxica, dejar de sentirse encerrada, pero estaba demasiado trabada. Entonces rompió la piel del otro lado del tórax y sus pechos cayeron hacia el ombligo como frutos maduros, ahora si podría forcejear con ambas manos. Tomo sus costillas y tiro con fuerza hacia fuera, hasta que, acompañado de un seco sonido de quiebre, sus costillas cedieron. Ahí lo encontró, su corazón latiendo de emoción, lo agarro con ambas manos, lo saco hacia fuera y lo acaricio con sus dedos fríos, cerro los ojos y sonrió, mucho mas tranquila.